Si tuviera que elegir el invento que mas daño ha hecho a la humanidad, y donde podría sospechar que algo tiene que ver el diablo o el lobby que domina el mundo, es el teléfono movil, afortunadamente, creo que soy de las últimas generaciones, que recuerda como era la vida sin teléfono movil, como era llegar a la oficina o despacho y que un compañero te pasara una nota con gente que había llamado y tenias que llamar a la mayor brevedad posible, con la facilidad que tenias a la hora de encontrar una excusa, el tiempo para encontrar una respuesta o solución, y esos “no vi tu mensaje hasta esta mañana”, yo aún recuerdo los contestadores de cinta, quizá el principio del fin, quien no recuerda esas películas o series de cine negro o detectives donde el protagonista llegaba a su apartamento y le daba al play a ese contestador tamaño transistor, tras lo cual sonaban con un intervalo de un “pi” diferentes mensajes enigmáticos. 

En cualquier caso, este es el menor de los males, de los problemas, el estar localizable cuando alguien te llama, fastidioso, pero aceptable. El problema vino hace unos años, con una evolución demoniaca del movil de llamadas, sms y snake. El smartphone, whatsapp, twitter, instagram…… Basta con subirse al metro para ver cómo el 90% de las personas, no importa la edad, están absortos mirando a la pantalla de ese aparato diabólico llamado movil. A la gente ya no le importa qué le pasa a él, que pasa a su alrededor , vive para saber o compartir que le pasa al resto del mundo. La gente ya no mira, comparte, la gente ya no trata de entender, usa google, somos zombies de caras iluminadas por pantallas de 6 pulgadas. 

Yo disfrute de largos viajes en tren donde olía a periódico recién impreso por la mañana, donde los libros de las bibliotecas convivían con los de la carrera en la mochila, donde escuchar conversaciones ajenas, era una forma de pasar una hora entretenido, donde esas conversaciones existían, se han fijado lo difícil que es encontrar a gente conversando en el tren o el metro?. 

Que decir de ese quedamos donde siempre, de esos creo que me he equivocado tras pasar 15 minutos y no llegar nadie, de ese “cuelga tu, no cuelga tu, hasta que la que colgaba era tu madre”, de ese “mi amigo quiere decirte una cosa, mientras tratabas de mantener la compostura al otro lado del bar”. 

Diabolico, destructor….. pero IMPRESCINDIBLE. Yo a principios de año, trate de acabar con este maldito vicio, compre un Nokia y empecé a usarlo para lo que creía básico, en primer lugar me di cuenta que el 80% de las comunicaciones con clientes y proveedores es vía WhatsApp, con lo que entendí que no tenia mas narices que usar en horario laboral un smart, después que sin mail no eres nadie, el “te acabo de enviar un mail, échale un vistazo…” hacía también imposible prescindir de este aparato, un par de cambios y darte cuenta que la compra online, tiene un recibo online, que tienes en tu mail y solo puedes consultar de forma online. Súmale que como usuario de Uber y alquiler de coches eléctricos, solo puedes hacerlo desde ese movil online, es mas, mis tarjetas las llevo ya en applepay…………… mi intento solo tendría resultado, si estoy jubilado, no trabajo, no tengo mas gastos que los del bar del pueblo y el colmado, y solo compro ropa cuando bajo a la capital cada 30 días. No echaba de menos redes sociales, ni google, ni web….. simplemente me había dado cuenta que ese aparato de mierda, era imprescindible en mi vida, tanto, como ir al urólogo a los 50, pagar tus impuestos o tener como presidentes a impresentables de diversos partidos. 

Hay que reconocer cuando se ha perdido la batalla, y aunque evito hacer fotos de todo antes de observar y disfrutar, escribo poco por whatsapp, y leo en el tren o duermo, GAME OVER (disculpar el anglicismo, tema del que hablaré en otra ocasión, pero en ocasiones como esta necesario). 

Espero que llegue mi momento, el momento de volver al origen, a lo que me gustaba, a las llamadas por teléfono fijo, a las cartas con sello y remitente, a leer hasta altas horas colgado de un flexo que abrasaba. Pero de momento me rindo, eso sí, solo de momento.